
El último aguaducho de Madrid Kiosko de Horchata Narváez.
El último aguaducho de Madrid: el castizo kiosko que dio horchata a Ayuso y litros de agua de cebada a Bardem
Kiosko de Horchata Narváez es el único de esos antiguos locales tan madrileños de las calles en los que podías comprar todo tipo de 'aguas'.
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Llevan 81 años abiertos y son el último aguaducho de la capital. Kiosko de Horchata Narváez es de esos antiguos locales tan madrileños que había en las calles en los que podías comprar todo tipo de 'aguas': aguardiente, horchata, limón, agua de cebada, beber del botijo agua fresca o pedir un vaso de aguas olorosas y de sabores a canela, azahar, claveles, violeta...
En Madrid llegaron a haber a finales de los años 60 hasta 300 de estas castizas casetas. A día de hoy, la tradición de la familia Gilabert la continúa José Manuel García, cuarta generación y reconocido como el único en mantener esta tradición en toda la ciudad.
Por su aguaducho han pasado todo tipo de celebridades para beber horchata y agua de cebada como Ayuso, Almeida, Javier Bardem —que se llevaba litros de cebada a casa de su madre—, los payasos de la tele, Ana Belén y Víctor Manuel, Rappel, Rosana, José Luis Cuerda, Nacho Rodríguez, Luisa Martín, los hermanos Milá y todos los políticos de la Segunda República.

Ayuso y Almeida tomando una horchata y un agua de cebada en Kiosko de Horchata Narváez.
"Es duro. Son muchísimas horas, pero es un trabajo muy bonito. Hay clientes muy fieles y muchas historias como la pareja que se ha conocido en la cola del aguaducho y llevan 50 años casados, o el que viene porque siempre venía con mujer, para recordarla. Todos nos dicen: 'A ver si aguantáis otros 100 años más'", relata a Madrid Total José Manuel García.
Pero, para la desgracia de estos feligreses del aguaducho, el único que queda en Madrid está en peligro: "Debería seguir la quinta generación, pero mi hija no creo que siga. Ha estudiado y trabaja de lo suyo. Pero nunca se sabe".
Al ser de bebidas refrescantes, es un kiosco temporal que abre de mediados de abril hasta la primera semana de octubre aproximadamente. Durante la temporada de verano, abre todos los días de 11 de la mañana a 21.30 horas, con un descanso para comer. Su 'agua' más vendida es la horchata (que tiene un precio de 2,50 euros el vaso pequeño). En días normales suelen consumir unos 80 litros y los fines de semana ascienden a 120 litros.
Después le sigue el limón y el agua de cebada. Esta última "está subiendo porque es una bebida muy castiza de Madrid", apunta el propietario del aguaducho. También tiene refrescos, café, cerveza, fartóns, barquillos, patatas fritas y otros snacks.
Su historia
A principios del siglo XX, y tras un mes de viaje en carromato desde Crevillente (Alicante), la familia Gilabert emigró a Madrid y empezó a ganarse la vida con un puesto de aguaducho en la calle Cedaceros.
"Mis bisabuelos Francisco y Francisca lo tuvieron hasta 1928, que se mudaron de aguaducho para instalarse en la Plaza de las Cortes, donde cogieron el testigo sus hijos, María y Manuel, hasta la Guerra Civil", recuerda sobre los orígenes familiares José Manuel.
Esa ubicación dio lugar a tener a los políticos más reconocidos de la época como clientes: "Azaña, Serrano Suñer... Se sentaban en la terraza e incluso, cuando había sesiones parlamentarias largas, salían los sugieres con recipientes para rellenarlos con horchata o cebada, para refrescar a las señorías",
Al terminar la guerra, abrieron un aguaducho en 1942 en la Plaza del Carmen, para finalmente en 1944 se instalaron en la ubicación en la que continúa a día de hoy.
Desde ese momento, sus hijos Lola, Manolo y Maricarmen hicieron todo lo posible para mantener el legado familiar, para después sus hijos Miguel (ya retirado) y José Manuel seguir a día de hoy.
Todo esto lo recoge José Manuel en su libro Quisco de horchata familia Gilabert, que no está en venta, pero se pueden comprar unidades puntuales en su aguaducho por 16 euros.
Mientras siga abierto, se podrá leer en su placa que le otorgó el Ayuntamiento capitalino hace tres años que "En este lugar de la calle Narváez se ubica el último aguaducho existente en Madrid que, gestionado por la familia Gilabert, viene representando a todos los madrileños desde el año 1944".
"Somos como una institución. Nos deberían hacer alguna protección", pide José Manuel para que no se pierda el último aguaducho de Madrid.