
Macarena Blanco, coordinadora científica del Grupo Iberostar, en el Coral Lab que puso en marcha. Iberostar Punta Cana
Macarena Blanco, la madrileña que susurra a los corales de Punta Cana: "Estamos curando la pandemia de los arrecifes"
ENCLAVE ODS se adentra en el Laboratorio de Corales que la coordinadora científica del Grupo Iberostar puso en marcha en Punta Cana en 2019.
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Nadie en su familia se dedica a la biología. Ni siquiera tiene muy claro por qué decidió, siendo de Madrid y "no teniendo playa cerca", con tan solo 10 años, que esta disciplina, pero en su versión dedicada al mar, era su pasión.
Así, a base de ver documentales, leer e investigar, Macarena Blanco llegó a graduarse en Biología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). En aquel momento ya supo que los océanos eran lo suyo, así que se fue a Inglaterra a estudiar un máster en Biología Marina Tropical en la Universidad de Essex.
El flechazo con los corales fue casi automático: "Hicimos un viaje de campo a Indonesia que me abrió los ojos", confiesa ahora, señalando a los fragmentos de estos seres vivos que la rodean en su Laboratorio de Corales del complejo Iberostar Bávaro en Punta Cana.
Fue allí donde descubrió, "de primera mano, la belleza de los arrecifes" a los que ahora dedica su vida.
Y confiesa que, sobre todo, se enamoró de sus múltiples contradicciones: "Parecen simples, pero son complicados; son resistentes, pero a la vez muy frágiles". A lo que añade que ver "toda la biodiversidad que sustentan, lo importantes que son" la dejó sin palabras.
Ahora, como coordinadora científica del Grupo Iberostar, su día a día transcurre entre corales, arrecifes y laboratorios en la paradisíaca playa Bávaro de República Dominicana. Pero, confiesa, llegó allí un tanto por casualidad.
Y los astros se alinearon
"Decidí hacer el curso Divemaster de buceo aquí en Dominicana, y me vine sin saber nada de la isla más allá de que sus playas eran blancas", admite.

Macarena Blanco posa frente al Coral Lab de Punta Cana. Iberostar República Dominicana
Blanco llegó al centro de buceo para quedarse seis meses en el país. Poco sabía ella que el destino haría que acabase mudándose al Estado caribeño.
"Llevaba aquí cuatro meses y un día vino Megan Morikawa [doctora en Genética de Corales y, por aquel entonces, responsable de la oficina de Sostenibilidad del Grupo Iberostar] a enseñarnos una metodología de evaluación de salud arrecifal para involucrar al centro de buceo en el programa de arrecifes que estaba iniciando con Wave of Change".
Era el año 2019 y esa 'ola de cambio' llevaba ya un par de años tomando forma en Iberostar. Morikawa le comentó a Blanco que iban a montar un Laboratorio de Corales allí en Punta Cana, y la serendipia volvió a cruzarse en su camino.
Tras varias entrevistas, la madrileña tuvo "la suerte", como dice, de que el grupo la contratase como asistente de Morikawa. Y ambas se arremangaron y pusieron en marcha el proyecto científico del complejo hotelero dominicano que, con el tiempo, acabaría estando bajo la dirección de Blanco.
Wave of Change
Wave of Change (u ola de cambio, en español) es un movimiento que Iberostar puso en marcha en 2017 para promover el turismo responsable, dentro de las iniciativas del grupo hotelero para proteger los océanos.
En ese mismo año, Iberostar comienza a gestionar su primer vivero de corales. Hoy son ya ocho los que existen en todo el Caribe, entre los que se encuentra el laboratorio de playa Bávaro.
Tal y como explica a ENCLAVE ODS Luz Lantigua, gerente de Sostenibilidad Wave of Change de República Dominicana, Aruba, Cuba y Perú, este movimiento surge para "impulsar el cambio dentro y fuera de los hoteles" del grupo.
"Nos esforzamos por construir un modelo de negocio responsable, que cuide tanto de las personas como de la naturaleza", indica.
Más allá de los corales, Wave of Change buscaría preocuparse y cuidar de empleados, comunidades locales y ecosistemas en los que se desarrolla la actividad de Iberostar.
Científicos que trabajan en hoteles
Todo esto sucedía hace más de seis años, época en la que a Blanco le tocó hacer más tareas de organización y coordinación que de laboratorio.
Pero pronto pudo dedicarse a lo que más le gusta: la ciencia. Y todo, asegura, gracias al equipo multidisciplinar con el que contaba el hotel que la ayudó a que su laboratorio fuese el sueño de cualquier científico.

Las instalaciones del Laboratorio de Corales de playa Bávaro. Iberostar Punta Cana
Blanco señala la sala en la que nos encontramos charlando, con sus probetas, sus placas de Petri, sus tanques llenos de agua salada en el que prueban los límites de los corales… Nada de esto, ni de la cabaña en mitad de la playa perteneciente al hotel Coral Bávaro y que hace la suerte de laboratorio, existiría sin el equipo de Iberostar.
"Teníamos a la gente de tratamiento de agua ayudándonos con el sistema. También a los de climatización, para regular la temperatura. El servicio técnico, mantenimiento, obras e incluso decoración… Todo el hotel se involucró", cuenta Blanco.
Y dice que precisamente por eso montar el Coral Lab fue "un proceso muy rápido", aunque no exento de retos: "Lo más challenging [desafiante] fue pasar de tener un laboratorio físico a ponerlo a funcionar con los corales", confiesa.
Eso, reconoce, fue cuestión de "prueba y error". También fueron unos comienzos "extraños" en tanto en cuanto que una cadena hotelera decidió crear casi de cero un equipo liderado por hombres y mujeres de ciencias.
Restaurar arrecifes
A pesar de que trabajar en un hotel no era lo que tenía en mente cuando decidió dedicarse a la biología marina, se lanzó a la piscina de cabeza.
El motivo, confiesa, vino de la mano de la pasión con la que tanto Megan Morikawa como Gloria Fluxà, vicepresidenta y directora general de Sostenibilidad del Grupo Iberostar, le hablaron del proyecto.

Blanco trabajando en el laboratorio. Iberostar República Dominicana
"No hay nada más que verlas hablar", asegura con una sonrisa, Y añade, haciendo énfasis en ello con la voz: "¡Estaban abordando unas cuestiones que no son las comunes para el sector privado!".
Y es que Fluxà quería saber "qué se necesita para escalar la restauración de arrecifes". Esa pregunta, indica Blanco, "se la hizo Gloria a Megan en su momento; no es una pregunta típica".
Fue ese momento en el que esta científica madrileña empezó a entender que la "intención" del grupo hotelero era "real".
Eso sí, Blanco explica que al principio para la comunidad científica era complicado hacerse a la idea de que hubiese investigadoras trabajando en el laboratorio de un hotel.
"Hubo gente un poco reacia al principio", indica, pero recuerda que la única manera de asegurarse de que la tomasen en serio era con su presencia en foros científicos y con la publicación de papers e investigaciones en revistas especializadas.
La cura de una epidemia letal
Ahora, Blanco y su equipo trabajan en el reacondicionamiento de los corales, para ayudarles a ser resilientes frente al cambio climático y los eventos de blanqueamiento que se producen con cada vez más asiduidad.
Su labor consiste, como ella misma explica, en "aumentar la resiliencia de los ecosistemas" y, por ende, "de los destinos" en los que se encuentra Iberostar.

Macarena Blanco revisa las 'guarderías' de corales donde se recuperan de diferentes enfermedades. Iberostar
Porque, dice señalando al mar de aguas cristalinas que tenemos frente a nosotras, "sin arrecifes no tendríamos esta playa maravillosa, y el hotel no podría estar aquí".
Los esfuerzos de restauración a través de la ciencia son parte fundamental del ADN de su laboratorio: "No sirve de nada decir que se ha plantado mil corales, hay que hablar de los beneficios ecosistémicos que eso genera".
Como, por ejemplo, que las olas rompan allá en el horizonte y no se coman la arena de la playa. O que no se produzcan inundaciones catastróficas en época de tormentas o huracanes.
Por eso, ahora cuenta con varias líneas de investigación. La primera consiste en realizar una "selección de colonias de corales potencialmente más resistentes al aumento de temperatura", para darle prioridad a su restauración.
La segunda sería una de las más revolucionarias: el desarrollo de tratamientos de enfermedades de corales.
"Es alucinante que hayamos sido nosotros, en el laboratorio de un hotel, los que hayamos encontrado la cura a una de las peores epidemias de los últimos años", comenta uno de sus compañeros en el Coral Lab.
Corales enfermos recuperados tras su tratamiento en el Coral Lab de Punta Cana.
Y es que han sido ellos, liderados por Blanco, los que han encontrado una cura a la que se considera como la pandemia más letal de la historia de los arrecifes, la Enfermedad de Pérdida de Tejido de Coral Duro (SCTLD, por sus siglas en inglés).
Desde su laboratorio de playa Bávaro han sanado al 97% a los corales tratados. Algo verdaderamente sorprendente, puesto que se trata de una enfermedad de la que "no se sabe si hay un patógeno específico o no".
La SCTLD comenzó, explica Blanco, en 2014 en Florida y hoy en día afecta ya a todo el Caribe. "Los brotes se asocian al aumento de temperatura y de nutrientes, pero no se puede afirmar nada más de ellos", explica.
Con esta enfermedad sucede como con los eventos de blanqueamiento —en 2024 el Caribe vivió el más violento desde que hay registros—: "Se ha demostrado que los corales son resilientes y se adaptan, pero el problema es que ahora mismo la velocidad en la que se afectan es mayor que su capacidad de adaptarse".