Día tras día se reiteran términos o palabritas que tienen indudable acogida pública; una de estas es la de 'aforado', con motivo del supuesto privilegio al que se ha acogido el político socialista Miguel Ángel Gallardo que, a toda prisa, ha alcanzado la condición de parlamentario extremeño para evitar el enjuiciamiento del juez ordinario, en este caso jueza, que le correspondía en el proceso que afecta directamente al hermano del presidente del Gobierno por un nombramiento de la Diputación de Badajoz que presidía el propio Gallardo.
Ahora, al ser parlamentario, Gallardo y su causa pasarán a ser competencia del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura y no de quien ahora lo instruía dentro de la jurisdicción de la Audiencia Provincial de Badajoz. Ello es como consecuencia del llamado aforamiento que corresponde a los parlamentarios autonómicos.
Para liar más la madeja, Gallardo propone, en aparente contradicción con lo que ha hecho, suprimir estos llamados aforamientos para que todos los ciudadanos tengan idéntico sistema de tratamiento judicial sin apariencia de privilegio alguno, no ya de inmunidad o tolerancia. O sea, quiere dar marcha atrás en su objetivo, pero con el acompañamiento de todos los parlamentarios extremeños, lo que ya es mucho decir y que requerirá unas modificaciones legislativas de largo alcance, empezando por el propio Estatuto de Extremadura, que, aunque ya se ha hecho en algunas Comunidades Autónomas como en Canarias, Cantabria, Murcia, Baleares y Aragón, y en trámite en otras como La Rioja y Castilla la Mancha, finalmente requerirá la aprobación de las Cortes Generales.
Y en esta tesitura, lo primero que se le ocurre a uno es que, si no quiere el 'aforamiento', ¿para qué lo insta haciendo correr la lista en la que estaba inscrito y en la que han causado baja cinco compañeros que le antecedían? Y, en segundo lugar, si lo que deseaba era que hubiera igualdad de trato para todos los investigados en la causa, como ejemplo de no discriminación, también lo lógico hubiera sido dejar las cosas como estaban.
No parece, a mi juicio, que el verdadero motivo ahora invocado sea suprimir los aforamientos, sino más bien arrancarle la causa a la jueza que la instruye y que ha resuelto que se ha delinquido en el nombramiento del hermano del presidente Sánchez. Incluso, para colmo, se le ha reprochado por la defensa de éste y la fiscalía el dictar auto de procesamiento con tanta urgencia cuando lo que habría que hacer es que aplaudirla y elogiarla por tramitar el caso “sin dilaciones indebidas”, como exige la Constitución y las leyes procesales.
Lo que sí parece claro es que el famoso “hacer mutis por el foro”, es algo poco apetecible para algunos como Gallardo que, ahora pretende, como se ha dicho, a la inversa, “intrusus en el foro”, esto es, como señala el latinista Rafael Lorente de No, meterse o introducirse en el foro; lugar clásico desde Grecia y Roma para debatir los asuntos públicos y celebrar juicios. O sea, Gallardo quiere ser “intrusus en el foro” de los importantes, olvidando que eso, no es ningún privilegio ni de inmunidad ni de impunidad, ya que sea un tribunal u otro, la causa será juzgada y el mayor rango del tribunal puede incluso añadir un sesgo de severidad y rigor en sus decisiones.
Según las estadísticas, en España, al contrario de lo que sucede en la mayoría de los países, hay 200.000 aforados, lo que es indudablemente una exageración y, por ello, se ha pretendido, hasta ahora sin éxito alguno, suprimirlo, y me temo que tardará en llegar, si es que llega, ese día pues, se diga lo que se diga, aunque la Ley es igual para todos, en la práctica no lo es y, por ello, entre tantos intentos de reformar esta materia, siempre han surgido dimes y diretes. Y los seguirá habiendo.
'Pleitos tengas y los ganes' dice la maldición del gitano y, en este caso, el pleito está servido y, sin duda, todos quieren ganarlo por los medios que sean en este carrusel en que se está convirtiendo la justicia, nuestra justicia que, a juicio, y no le falta razón, del expresidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, está “amenazada”, lo que no deja de ser preocupante y más con tanto intrusus, que hay quien lo considerará intruso.