
Los alumnos del IES Rubén Alfaro revisan con su tutor el examen que acaban de realizar. EE
Los 7 de Paiporta, los únicos que han podido hacer la PAU tras la dana: "Cuando buscas comida y agua, estudiar es lo de menos"
Sólo estos siete alumnos de un instituto de la zona cero de la dana se presentan a la Selectividad. ""Ha sido un año terrible, de película de miedo", confiesan.
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Son las 11:40. Víctor da ánimos a uno de sus alumnos a las puertas del aula donde se va a examinar de Matemáticas. El último de los exámenes de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) de este año.
Le pide que esté tranquilo: "Te sabes las fórmulas, tranquilo, vamos. Va a salir bien". El estudiante presenta su DNI y desaparece por la puerta. En menos de dos horas, ya será libre.
Junto a él, solo se presentan otros seis de sus compañeros de instituto, el IES Andreu Alfaro de Paiporta. Un municipio ubicado en la zona cero de la dana que el pasado 29 de octubre arrasó la provincia de Valencia.
En total, de los 77 estudiantes que cursan 2º de Bachillerato, tan solo siete han decidido presentarse a la primera convocatoria, la de junio. El resto, previsiblemente lo hará en julio.
"Hay muchos de mis compañeros que no han querido arriesgar y presentarse ya", explica Mario. No en vano, este "ha sido un curso muy difícil. No ha dado tiempo a terminar la materia en muchas asignaturas", nos explica su tutor, Víctor.
La dana arrasó el municipio en el que viven estos estudiantes. Dejó a su paso innumerables daños materiales y un total de 46 fallecidos, la cifra más alta de todos los pueblos que sufrieron los estragos de las inundaciones.

Los alumnos de Paiporta, antes de realizar la PAU.
Algunos de los estudiantes, incluso, perdieron sus casas y tuvieron que trasladarse a las de sus familiares. "Muchos de mis compañeros vivían en bajos, y aunque afortunadamente no han perdido a ningún familiar, esto te trastoca mucho en 2º de Bachillerato. Han tenido que dejar su casa", explica Mario.
Una sacudida para estos alumnos, precisamente, en un curso que resulta clave para ellos. En él se juegan la entrada a la universidad y, en particular, a la carrera que desean cursar. Y la barrancada del Poyo alteró todos los plazos de la programación prevista.
Si eres profesor de 2º de Bachillerato, sabes que esta no puede alterarse ni un ápice de cómo estaba diseñada al inicio de curso porque corres el riesgo de no poder terminar de impartir todo el temario. Sin embargo, la riada lo hizo de la noche a la mañana.
"Ha sido un año terrible, de película de miedo. No hay palabras para describirlo. Por mucho que veas la tele o las noticias, no tiene nada que ver con vivirlo allí en persona", expone Víctor.
"Cuando todo tu pueblo es arrasado, y tú cada día tienes que levantarte para ir a buscar comida, agua o productos de higiene, la vida te cambia mucho. En ese momento, el estudio es lo de menos", añade este tutor y profesor de Matemáticas.
Con el pueblo "impracticable costó mucho volver a las clases". Si bien su centro "no se vio especialmente afectado porque está en altura y no tuvo destrozos importantes como sí los tuvieron otros", el Ayuntamiento decidió "habilitarlo como centro logístico de reparto de productos de primera necesidad, sobre todo agua y comida".
"Así estuvimos al menos un mes hasta que el ejército empezó a limpiar y pudimos volver a organizarlo. Pero no pudimos dar clase hasta semanas después". Prácticamente, el calendario les situó en mitad del mes de diciembre.
"Cuando por fin volvimos, nos centramos en repasar conceptos para que volvieran a reconectar con las sesiones y el hábito de estudiar, de seguir una clase. No avanzábamos materia", explica este docente.
Tampoco los horarios eran los habituales. Al principio, los alumnos tan solo iban a clase tres horas cada mañana. "Estaban tan mal psicológicamente que había que empezar poco a poco", sostiene.
El departamento de orientación "se volcó con todos ellos". También asistió al centro personal de Salud Mental de la Conselleria para reforzar el apoyo que este departamento brindaba a los menores.
"Era muy duro porque ninguno se concentraba en clase. No podías tampoco mandarles deberes porque por la tarde muchos se iban a quitar barro a sus casas, a la de su abuelo, un vecino o un amigo", explica Víctor.
La limpieza de la vía pública y la acumulación de barro en las calles complicaban también la asistencia al instituto. Se estableció un protocolo por el que los alumnos, al llegar al centro, debían quitarse los zapatos con los que habían transitado por el pueblo.
Una vez dentro de él, se ponían otro calzado para evitar cualquier problema vinculado con la salud pública. "Algunos incluso se fueron a vivir a otros municipios, tenían que venir en coche y los accesos eran imposibles. Y eso complicaba todavía más el movimiento del día a día", agrega.
La solución "extraordinaria"
La suma de todo hizo que "prácticamente la totalidad de los profesores no pudieran acabar los temarios". Por lo que desde el IES Rubén Alfaro se pusieron en contacto con la Conselleria de Educación para buscar una solución. Principalmente, para aquellos que debían enfrentarse a la Selectividad.
"Nos dieron la opción de que hicieran el examen en julio como si fuera el de junio y se lo comunicamos a las familias para que eligieran libremente a cuál querían presentarse", recuerda.
El departamento que gestiona José Antonio Rovira puso encima de la mesa la posibilidad de que los alumnos de zonas afectadas por la dana pudieran presentarse a la convocatoria extraordinaria de julio, a principio de mes, como si fuera la ordinaria.
De esta manera, podrían retrasar prácticamente un mes los exámenes. Y ya a finales del mismo mes, podrían contar con otra convocatoria para las recuperaciones.
En total, la conselleria contabilizó que 5.061 estudiantes de municipios dana deberían enfrentarse a la PAU este año. De ellos, 500 ya han decidido acogerse a esta opción, de los cuales 70 provienen del IES Rubén Alfaro.

Prueba de la EBAU. EFE
"Si se presentaban ahora, con el resto de estudiantes, corrían el riesgo de enfrentarse a un examen cuyo temario aún no hubieran visto. Aun así, ha habido 7 personas que por motivos personales han decidido hacerlo, pero la gran mayoría ha querido seguir con las clases", explica Víctor.
Esto es porque hasta la siguiente convocatoria, la que tendrá lugar entre el 1 y el 4 de julio, los profesores de este instituto seguirán impartiendo clase a sus alumnos para poder terminar los temarios.
Los alumnos sacrificarán parte de su verano para presentarse con seguridad a las pruebas. Su convocatoria extraordinaria, de hecho, será los días 22, 23, 24 y 25 de julio.
Una PAU más exigente
Pese a todo, Mario sale contento del último examen. Se muestra satisfecho con el balance de estos tres días: "Tecnología me ha salido mejor de lo que esperaba", celebra. Y confía en poder entrar en Ingeniería Mecánica, si bien advierte que tampoco le importaría acceder a otras ingenierías.
Sus compañeros muestran dudas, pero confían en aprobar y lograr pasar página a este año. Empezar una nueva etapa universitaria.
Lo cierto es que este año, los estudiantes se enfrentaban a una nueva PAU, mucho más exigente y sin facilidades respecto a la que tuvo lugar el año pasado. Habría más materia que estudiar y tampoco cabría opción a la optatividad.
La mayoría del profesorado de la zona dana así lo pidió a la Conselleria de Educación, y esta lo elevó al Ministerio de Universidades que dirige Diana Morant, que, curiosamente, y a pesar de ser valenciana (oriunda de Gandia), descartó esta posibilidad que el Gobierno sí admitió en el año del Covid-19.
Sea como fuere, el profesorado reconoce el esfuerzo de sus alumnos este año. "Han estado a la altura en un año muy duro, horrible", subraya Víctor, quien, reconoce, hará "todo lo posible" hasta el último día de clase para que se presenten en las mejores condiciones a estos exámenes. Pese a todo.