
Pérez Dolset, el empresario fontanero, empuja a Víctor de Aldama.
Pérez Dolset, de creador de 'Commandos' a guardaespaldas de Leire frente a Aldama y los medios, pasando por la cárcel
Del videojuego al vodevil político: el fundador del Grupo Zed resucita como actor secundario en la saga de Leire Díez, esta vez con audios comprometidos y conspiraciones con aroma a cloaca.
Más información: Víctor de Aldama irrumpe en la comparecencia de Leire Díez: "El presidente, Santos Cerdán y esta se van a enterar"
Javier Pérez Dolset (Jaén, 1969) soñó con cambiar el mundo con píxeles. Acabó, en cambio, sosteniendo a Leire Díez mientras cruzaba en alpargatas el campo minado de los medios de comunicación. Esta semana, al hombre que puso a España en el mapa del videojuego lo hemos visto ejercer de escudero, guardaespaldas y apuntador de la díscola del PSOE, reconvertida en musa de la fontanería política. Lo hacía con cara de palo y mirada de francotirador, como si custodiarla fuera una misión del MI6 y Víctor de Aldama fuese una especie de Goldfinger con pelo.
La caída de Pérez Dolset no es exactamente una caída, es más bien una reconversión posmoderna. Porque antes de ser el amigo inseparable de Leire y uno de los protagonistas de los audios del PSOE, este hombre fue uno de los grandes. Un creador de imperios digitales. El heredero del Grupo Zed, el fundador de Pyro Studios, el tipo que sacó pecho con la industria del videojuego antes de que existiera el término "industria del videojuego" en España. Su Commandos (1998) se vendió como rosquillas en Alemania, en Corea del Sur, en todas partes menos aquí.
Pero lo que empezó como épica pixelada acabó, cómo no, en auto judicial.
Tras el éxito de Commandos, Pérez Dolset se embarcó en una expansión empresarial tan ambiciosa como confusa. Mediatrade, Ilion Animation Studios, la universidad tecnológica U-Tad, Zed+… compañías que nacían y morían a ritmo de teaser y que orbitaban en torno al núcleo del Grupo Zed, su gran proyecto familiar. Durante años, Zed Worldwide captó fondos públicos, subvenciones y créditos blandos para desarrollar contenidos digitales. Y en ese tiempo, nadie se atrevió a preguntar demasiado.
Hasta que en 2017, justo cuando ya nadie sabía a ciencia cierta a qué se dedicaba Zed, pero todos intuían que facturaba millones, todo se vino abajo. Pérez Dolset fue detenido por presuntamente desviar fondos públicos a través de un entramado de más de una decena de sociedades, algunas con sede en los Países Bajos. Lo acusaban de haberle dado al botón de "exportar beneficios" sin pagar peaje fiscal, como si estuviera jugando al SimCity pero con dinero del ICO.
La operación, bautizada como Hanta, hablaba de insolvencia punible, fraude de subvenciones, administración desleal y tráfico de influencias. La Fiscalía sostenía que entre 2010 y 2016 había captado cerca de 70 millones de euros de forma irregular. Fue enviado a prisión provisional. Luego salió. Luego lo exoneraron. Eso sí, ya era tarde para volver a ser "el de Commandos".
El 'caso Zed'
En 2017, acosada por la crisis financiera y tras culminar su salida a bolsa en 2014, Zed Worldwide quebró y Pérez Dolset fue acusado de desviar más de 100 millones de euros en subvenciones públicas y créditos blandos otorgados entre 2010 y 2015. La Fiscalía sostenía que había liderado un entramado para deslocalizar capitales (de ahí la mudanza a Holanda), cobrar comisiones y ocultar fondos.
Fue detenido en 2017 y enviado a prisión provisional, aunque salió bajo fianza. Todo este tiempo, Dolset ha defendido siempre su inocencia, alegando ser víctima de una operación orquestada por rivales empresariales y de la llamada "policía patriótica". El caso se archivó definitivamente en 2022, pero ya entonces aprendió que en España uno es inocente sólo si lo demuestra en rueda de prensa. Y entonces prefirió callar.
Hubo otros dos investigados de renombre: Víctor Calvo-Sotelo y Mauricio Casals. El primero, exsecretario de Estado de Telecomunicaciones. El segundo, presidente del diario La Razón y adjunto a la presidencia de Atresmedia. La operación, llamada Hanta, hablaba de insolvencias, fraude de subvenciones, tráfico de influencias. Al final, todo quedó en el cajón de las grandes causas sin condena.
En su auto de archivo, el juez reconoció que existían "una serie de correos electrónicos en los que se infiere que Calvo-Sotelo informó al entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, a propósito de la situación de los concursos públicos a los que se había presentado el Grupo Zed", así como "comunicaciones con otras personas del Ministerio a propósito de estas cuestiones". No obstante, aparte de eso, "no existen otros indicios" de tráfico de influencias.
Leire Díez
La historia de Pérez Dolset es también la historia de una obsesión: la de figurar. Si no en el videojuego, en la política. Si no en la política, en la conspiración.
Él nunca aceptó el relato oficial. Desde el primer momento sostuvo que todo fue una operación orquestada por grupos empresariales rivales y "las cloacas del Estado". Una conspiración que, según su versión, mezclaba intereses económicos, venganzas políticas y maniobras policiales. Desde entonces, lleva seis años empeñado en demostrar que esas cloacas existen.
Esa obsesión le ha marcado el paso desde entonces. Y ahí es donde entra Leire Díez. La relación entre ambos nace —según él— de esa causa común: desentrañar una supuesta estructura de poder oculta que, a su juicio, lo trituró sin juicio ni defensa. Ella pone el verbo; él, la estructura. Y juntos, desde la trastienda, habrían impulsado investigaciones, recopilado documentos y organizado reuniones en una cruzada tan difusa como persistente.
Ya no se trata de rehabilitar su nombre. Se trata de probar que él tenía razón. Que las cloacas existen. Y que todavía pueden ser desenmascaradas.
En medio de todo esto, el empresario se convirtió en una figura totémica del universo Díez al dejarse ver —mejor dicho, escuchar— en una reunión en el despacho de su abogado, Jacobo Teijelo, la militante socialista Leire Díez y el empresario Alejandro Hamlyn, entre otros. El sentido era, básicamente, ofrecer beneficios judiciales a cambio de material contra la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la misma que investiga los casos Koldo, Hermano, Begoña e Hidrocarburos. Todos relacionados con el PSOE.
Este miércoles, Leire Díez se plantó ante los micrófonos. Dijo que no actuaba en nombre del PSOE y que se daba de baja del partido porque lo que tenía entre manos era más importante que cualquier militancia. Que era una periodista comprometida que había reunido información sobre tramas corruptas en hidrocarburos, operaciones policiales encubiertas y presuntas conspiraciones contra partidos políticos. Y que lo había hecho por amor a la verdad. Todo sin cargo, sin sueldo y sin límite.