Palestinos evacúan a los heridos del lugar de un ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza.

Palestinos evacúan a los heridos del lugar de un ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza. Khamis Al-Rifi Reuters

Oriente Próximo

Un viejo aliado de Netanyahu lo acusa de armar a un grupo islamista más radical que Hamás para debilitarlos en Gaza

Una milicia de la tribu tabarín, liderada por Yasser Abu Shabaab, se habría consolidado como alternativa a Hamás en el sur de la Franja de Gaza gracias al apoyo militar de Israel, según denunció el exministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman.

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Si la política hace extraños compañeros de cama, la guerra es capaz de cualquier alianza rocambolesca. Por ejemplo, Benjamin Netanyahu reconoció hace pocos días su error de dejar que Qatar y Turquía financiaran a la banda terrorista Hamás por considerarla un enemigo directo de la Autoridad Palestina, controlada por Mahmud Abás y el partido Fatah.

Como primer ministro de Israel y ante el temor de que un gobierno central fuerte y con conexiones diplomáticas con los demás países árabes y los aliados occidentales pudiera derivar en la creación y reconocimiento generalizado de un Estado de Palestina, Netanyahu prefirió mirar a otro lado cuando desde Doha llegaban camiones con millones de dólares.

Entendía así que la guerra civil en la que han vivido los gazatíes desde 2007 provocaba una división interna que beneficiaba a Israel. Si Fatah y Hamás andaban preocupados peleándose entre sí y midiendo sus fuerzas, sería más complicado que usaran esa energía para construir un proyecto conjunto… y aún más complicado que sus milicias decidieran enfrentarse al Estado hebreo.

Obviamente, Netanyahu se equivocaba, como se equivocaron varios primeros ministros durante aquellos años. La masacre terrorista del 7 de octubre de 2023 fue la constatación de ese enorme error estratégico.

Lo curioso es que, después de reconocer dicho fracaso, Netanyahu parezca volver a las andadas. El enemigo ahora es Hamás, así que, según la prensa israelí y el exministro de Defensa, Avigdor Lieberman, Netanyahu estaría detrás del auge en las últimas semanas de una milicia yihadista vinculada a la tribu tabarín y encabezada por Yasser Abu Shabaab.

Esta milicia, compuesta por unos cientos de hombres, habría recibido kalashnikovs directamente de Tel Aviv, una decisión que no ha pasado por el gabinete de Gobierno y que habría tomado directamente Netanyahu en reunión con el director saliente del Shin Bet, Ronen Bar, y el jefe de las FDI, Eyal Zamir.

De Fatah a Hamás y de Hamás a Fatah

¿Y quiénes son exactamente los tabarín? En su origen, poblaron Gaza cuando Palestina era una provincia del Imperio otomano. Con la ocupación israelí, perdieron la mayoría de sus tierras y buena parte de sus miembros huyeron al extranjero o se dedicaron a acciones de pillaje y resistencia.

En la actualidad, se trata de un grupo bastante radicalizado, con vínculos en el pasado con el Estado Islámico, aunque no hay evidencia de que la facción encabezada concretamente por Abu Shabaab haya colaborado nunca con el ISIS.

Mientras que las milicias proiraníes, como Hezbolá o la propia Hamás, han gustado siempre de tener una apariencia política que acompañara a sus actividades puramente terroristas, los tabarín se definen como islamistas, sin más.

De hecho, ese abandono de la religión es lo que hizo que Abu Shabaab se marchara de Hamás, organización en la que militó de joven, y se acercara a posiciones más cercanas a Fatah y la Autoridad Palestina. En un vídeo publicado recientemente, Shabaab dijo actuar en nombre de la AP y desde Hamás insisten en que sus miembros fueron reclutados por Bahaa Alushah, una de las manos derechas de Abu Mazen.

El auge de este grupo está vinculado a la entrada de las FDI en Rafah el pasado mes de mayo, aunque su actividad no es algo nuevo y ha estado siempre localizada en torno al paso de Rafah, el corredor de Philadelphia y el de Kerem Shalom, es decir, en el sur de la Franja. Los tabarín habían estado vinculados desde antes del 7 de octubre a intentos de pillaje de los convoyes de ayuda humanitaria que entraban por dichos accesos. En el entorno de la ONU y de distintas ONG, eran muy conocidos por sus robos y sus amenazas.

Netanyahu no lo niega

El asunto es que ahora quieren disfrazarse de Robin Hood. En sus vídeos, hacen gala de estos robos, pero presumen de que, así, Hamás no se queda con la mercancía. Se presentan como la autoridad legítima en la zona e invitan a los gazatíes a unirse a ellos para poder comer y vivir en paz, aunque sea en tiendas de campaña. De momento, parece que Israel los tiene controlados, pero eso siempre es lo que parece al principio y luego la cosa puede cambiar.

Sea como fuere, la noticia ha corrido como la pólvora en Israel, donde la perplejidad es enorme. La propia oficina del primer ministro ha preferido no desmentir las declaraciones de Lieberman y se ha limitado a emitir una nota en la que asegura que “Israel actúa para derrotar a Hamás a través de varias vías, a recomendación de los jefes del aparato de seguridad". Se puede entender como se quiera, pero es lo más parecido a una confirmación que Netanyahu se puede permitir.

Hay que recordar que Lieberman, jefe del partido político Yisrael Beitenu (Nuestra casa es Israel, en español) fue uno de los principales aliados de Netanyahu en el pasado y que su partido se define como nacionalista, sionista y conservador. Es verdad que las relaciones entre ambos se enfriaron en su momento, como suele suceder con Bibi, pero sería extraño que hubiera salido en público a dar esta información si no le constara de primera mano.

Queda por saber ahora hasta dónde va a llegar esta ayuda y qué resultados tendrá. Al fin y al cabo, Abu Shabaab odia Israel tanto como lo podía odiar Ismail Haniyeh. No está claro si tanto como lo odiaban los hermanos Sinwar, pero no debe de andar lejos la cosa.

Armar a un enemigo declarado es un riesgo enorme. Hacerlo después de haber probado esa estrategia antes y que saliera como salió parece una irresponsabilidad. No informar ni a tu propio gabinete de ministros, directamente, un desafío. Netanyahu ha labrado su carrera política a base del “si no quieres caldo, toma dos tazas” y no va a cambiar justo ahora.