Isabel Pocino en su tienda.

Isabel Pocino en su tienda. E.E.

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Isabel Pocino traspasa su mítica tienda tras 40 años en Zaragoza: "Me he pegado la llorera del siglo"

La propietaria ha anunciado su jubilación, y aunque todavía le queda tiempo por delante, ya ha recibido una oleada de mensajes de cariño.

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Zaragoza
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A día de hoy, queda poca gente en Zaragoza que no haya escuchado hablar de Isabel Pocino, la tienda de moda ubicada en el centro de la ciudad, en la calle Mariano Royo, 16. Se trata de toda una institución en la capital aragonesa, una referencia para cientos de mujeres de todas las generaciones y un lugar que, tras 40 años, guarda recuerdos infinitos y difíciles de olvidar.

Isabel Pocino, dueña de la marca con su mismo nombre, abrió las puertas de su negocio el 9 de marzo de 1985, aprovechando su experiencia trabajando con su padre. El pasado fin de semana, 40 años después, colocó en su escaparate el cartel de “se traspasa”, anunciando su futura jubilación. Este es el primer paso hacia su despedida, aunque ella misma transmite calma a sus clientas: “Todavía falta mucho hasta que me vaya”.

“No he puesto ni la liquidación ni nada de los últimos meses. Voy a estar así una temporada, al menos un año. No sé el tiempo exacto, y prefiero no decir nada”, asegura Isabel. Si bien, sabe que era la hora de anunciarlo, ya que la jubilación es una decisión que había pensado durante muchos años junto a su marido Rafa, que también trabaja en el establecimiento.

Y aunque queden horas y momentos por vivir, la dueña no esconde su tristeza: “El día que puse el cartel, me subí a la escalera y no podía pegarlo. Me empezaron a entrar los nervios. Me ayudó mi hija, pero me pegué la llorera del siglo”.

Cartel de 'se traspasa' en el escaparate.

Cartel de 'se traspasa' en el escaparate.

En cuanto a este cierre, Isabel Pocino explica que se traspasan los dos locales, pero, evidentemente, la marca es suya. En ese sentido, Isabel Pocino no morirá nunca, y la aragonesa reconoce que seguirá a través de redes sociales con muchos más proyectos y saludos mañaneros.

Obstáculos, cariño y recuerdos

Llegado el momento, Isabel dejará atrás una parte fundamental de su vida, un local al que le ha dedicado mucho trabajo y esfuerzo durante 40 años. Unas paredes que la han visto crecer profesional y personalmente, y donde ha creado incontables recuerdos, algunos también desagradables. 

“Cuando llegamos, El Corte Inglés acababa de inaugurarse. No había tiendas, ni Zara, solo estábamos las pequeñas. Hemos sobrevivido a crisis, por lo menos dos, a las cadenas y a los centros comerciales. Luego la pandemia, que cerrar ahí fue duro. Ha sido una detrás de otra”, recuerda Isabel.

Un panorama poco favorable, pero al que la propietaria se ha enfrentado con ilusión y muchas ganas de seguir adelante. “Le he dado mucho la vuelta a la tienda, empecé vendiendo ropa de niño, luego de señora, de chica joven, vendía sudaderas por Tuenti… Me he reinventado como 20 veces”, explica ahora rodeada de zapatillas, botas, camisetas o vestidos.

Interior de Isabel Pocino.

Interior de Isabel Pocino.

Está claro que su marca ha superado todos los obstáculos, convirtiéndose en un referente en la moda zaragozana. Un prestigio que se ha ganado también gracias a su trabajo en redes sociales, donde cuenta con miles de seguidores que le transmiten a diario su cariño, apoyo y agradecimiento.

Un cariño que se ha intensificado estos últimos días, desde que la aragonesa colgara el famoso cartel y lo publicara en Instagram. “Me he pasado el fin de semana contestando mensajes, llorando leyendo todo lo que me escribían. Es muy fuerte”, confiesa con emoción y sin perder la sonrisa. “Me gusta muchísimo y me encanta, lo agradezco mogollón, pero no lo asimilo, me parece que no me lo merezco”, se sincera la protagonista.

Tanto en redes como en persona, Isabel Pocino puede presumir de tener una clientela fija desde hace muchos años. “La chica que venía de joven viene ahora con 40 o 50 años”, señala. Un reflejo de lo que significa la marca, que incluso, traspasa fronteras. “Hay gente que me viene a ver de propio, que viene a Zaragoza desde Lérida o Barcelona y pasan a darme un beso”, añade.

En definitiva, el vínculo entre Isabel y su comunidad es gigante y va mucho más allá de la tienda. Eso es algo que ningún cierre o jubilación puede romper. “Ellas me dicen que les doy fuerza, pero me las dan ellas a mí. Es muy bonito”, termina la propietaria, que tendrá siempre un hueco en el corazón de Zaragoza.