
El CEIP Federico García Lorca.
Dos colegios, un mismo barrio y dos realidades opuestas frente al calor: los termómetros miden la diferencia de recursos
La diferencia en la implicación de las AMPAS evidencia una brecha de recursos en climatización en la educación pública.
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En el barrio sevillano de San Jerónimo, separados por apenas un kilómetro, conviven dos centros escolares públicos con realidades muy diferentes. El CEIP Buenavista y el CEIP Federico García Lorca se enfrentan, como tantos otros colegios andaluces, al desafío de soportar temperaturas extremas en sus aulas.
Sin embargo, mientras uno ha conseguido climatizar casi todas sus clases gracias al esfuerzo colectivo de las familias, el otro apenas cuenta con una estancia con aire acondicionado.
La diferencia no está en la administración educativa, sino en la capacidad de las AMPAS para asumir unos costes que las instituciones han dejado claro que no corren de su parte.
Carmen Nieto preside el AMPA del CEIP Buenavista desde hace dos años. En este tiempo, asegura, han conseguido que todas las aulas —menos la de religión— cuenten con aire acondicionado.
“Todos los aires que hay los ha puesto el AMPA, ya fuera el anterior o nosotras con las cuotas de las familias y lo que recaudamos en fiestas”, explica.
En este colegio público, el asociacionismo familiar es alto: de las 240 familias del centro, unas 200 colaboran económicamente con la asociación, lo que permite no solo sufragar la climatización, sino afrontar otros gastos imprevistos "como la compra del piano del profesor de música" cuando éste lo necesitó.
“Somos solo cinco madres en el AMPA, pero es la implicación del resto de las familias lo que marca la diferencia. Sin ellas, no podríamos luchar”, añade Nieto.
El Buenavista aún tiene carencias —las pistas deportivas están al sol y el comedor está por llegar, aunque ya tienen el visto bueno de la Junta de Andalucía—, pero esta comunidad escolar ha logrado avances significativos gracias a la participación familiar y al apoyo de otras AMPAS del distrito norte.
Otra realidad
El panorama cambia drásticamente en el CEIP Federico García Lorca, situado en la zona más vulnerable del mismo barrio. Aquí, el calor aprieta igual o más, pero no hay un solo aire acondicionado en las aulas.
Solo el comedor, que lleva dos años funcionando sin refrigeración pese a contar con maquinaria que genera altas temperaturas, cuenta con un aire acondicionado este curso, todo gracias al esfuerzo del AMPA.
“Y aun así solo hemos puesto un parche, ya que, para que realmente enfríe el espacio, harían falta dos”, señalan Inmaculada Domínguez y Ana Flores, representantes de la asociación de madres y padres.
Las madres del García Lorca se sienten desamparadas. “El delegado de Educación nos dejó claro que la climatización no entraba en sus competencias”, explican.
Sí estaba en las competencias del Ayuntamiento refrigerar el ambiente exterior con "pérgolas verdes", unas infraestructuras que contarían con plantas que dieran sombra. Sin embargo, el fruto de dichas plantas resultó ser venenoso y, finalmente, se descartó.
En su lugar, se colocaron dos pérgolas con lonas a modo de sombras en el patio de infantil, "insuficientes para proteger a los niños del sol sevillano", sopesan las madres del AMPA.
El problema, advierten, es doble: por un lado, la escasa participación de las familias —solo 55 de 200 pagan la cuota del AMPA— impide recaudar fondos suficientes; por otro, aunque los tuvieran, el edificio no soportaría la instalación de más aparatos.
“La instalación eléctrica es antigua, no aguantaría los aires acondicionados”, lamentan. Y lanzan una reflexión: “En cualquier edificio público donde trabajan funcionarios hay climatización. ¿Por qué no en los colegios? El profesorado es el gran olvidado”.
Más allá de los datos técnicos, lo que se dibuja entre líneas es una fractura social. En un mismo barrio, los recursos de las familias marcan la diferencia entre soportar el calor con dignidad o padecerlo sin remedio. “Hay padres y madres que tienen hasta dos trabajos, ¿cómo van a participar también poniendo dinero o invirtiendo tiempo que no tienen?”, se preguntan.
Rechazo a acortar las clases
Ambas AMPAS coinciden, sin embargo, en rechazar la propuesta de que los docentes puedan decidir acortar la jornada escolar hasta las 12:00 horas en caso de que se activen alertas por altas temperaturas. “¿Qué hacemos con nuestros hijos a las doce del mediodía? ¿Los sentamos a trabajar con nosotras?”, se pregunta Carmen Nieto.
“No hablo como presidenta del AMPA, sino como madre". Nieto regenta un negocio de comida casera y no puede cerrar para atender a sus hijos.
La misma preocupación la expresa Inmaculada González, del García Lorca: “Eso no es conciliación. En el caso de que haya familias que puedan estar en sus casa y recoger a sus hijos, que son las que menos, se les está negando el derecho a aprender a muchos niños”.
Competencias consistoriales
Consultado por este periódico, el Ayuntamiento de Sevilla aclara que su responsabilidad se limita al mantenimiento de las infraestructuras de los centros educativos, y que la instalación de aires acondicionados queda fuera de su ámbito de actuación.
Fuentes consistoriales aseguran que los toldos del CEIP Federico García Lorca "han sido sustituidos" dentro de un plan en el que restauraron 24 pérgolas en 24 centros educativos públicos de la ciudad.
"Nuestro nuevo contrato de mantenimiento cuenta con el mantenimiento de estas infraestructuras, lo que permitirá que se vayan conservando en buen estado", afirman.
La situación, sin embargo, expone una paradoja: la educación pública, que debería ser igual para todos, se ve afectada por el poder adquisitivo y la organización de las familias.