Cuando se habla de innovación, el primer reflejo es mirar hacia fuera.
Metodologías de moda, herramientas recién lanzadas, equipos externos con frameworks preempaquetados. Como si las soluciones vinieran siempre desde otro edificio, otro sector, otra voz.
Y sin embargo, lo más valioso sigue estando dentro.
En cada equipo hay conocimiento tácito. Personas que conocen los cuellos de botella mejor que cualquier consultor. Que han intentado mejorar procesos sin que nadie les preguntara. Que han identificado oportunidades, pero no siempre han tenido dónde o con quién compartirlas.
La pregunta clave no es si tu organización está innovando, es si está escuchando realmente a quienes podrían hacerlo posible desde dentro.
En entornos donde “esto siempre se ha hecho así” sigue pesando más que la evidencia, las ideas no sobreviven. La innovación no fracasa por falta de creatividad, sino por falta de condiciones para que ocurra. Y esas condiciones son, normalmente, culturales, no tecnológicas.
Innovar no es adoptar una herramienta. Es adoptar una actitud. Una disposición a cuestionar, a iterar, a equivocarse sin ser penalizado. Y sobre todo, a confiar.
Una transformación cultural y procedimental en el que la tecnología ocupa un espacio relevante, pero no el más importante.
Preguntar “¿cómo lo harías tú?” es una decisión de liderazgo. Significa abrir el juego, redistribuir poder, asumir que la inteligencia colectiva puede producir mejores respuestas que un plan de transformación dictado desde arriba.
No hace falta rediseñar la estructura organizativa para fomentar la innovación. Lo que se necesita es crear ecosistemas internos donde las ideas no se apaguen, sino que se desarrollen y se ejecuten.
Cuando el talento interno siente que sus ideas importan, no solo propone: implementa. Y ahí es cuando la innovación deja de ser un deseo y se convierte en ventaja competitiva.
Para mirar hacia afuera, primero hay que mirar dentro.
Lili Lorenzo
Lili Lorenzo es consultora en estrategia digital y project manager digital, experta en marketing estratégico y posicionamiento de marca. Seis años como autónoma, más de 70 proyectos en puestos de decisión y dos empresas propias autofinanciadas a sus espaldas; con 34 años recién cumplidos. Tiene un objetivo como directora de Acto Voltaje: inyectar en empresas tradicionales todo lo aprendido durante más de una década entre negocios digitales, sin dependencias del algoritmo ni costes insostenibles en publicidad. El branding y el talento como pilares de marketing estratégico. Hacerlo bien, hacerlo raro, hacerlo imborrable.