Algunas de las personas entrevistadas en este reportaje

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La dura o sencilla decisión de cerrar por las tardes: conciliar frente a facturar, en auge en Galicia

Muchos negocios de A Coruña y el resto de Galicia empiezan a modificar sus patrones horarios y a adoptar soluciones que les permitan conciliar su vida personal y laboral

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La reducción de la jornada laboral ha dejado dos debates en paralelo. Por un lado, la necesidad de abandonar la cultura del vivir para trabajar o trabajar para vivir, y por otro lado, la optimización de las jornadas laborales y los horarios tan especiales que España presenta con respecto a sus compañeros europeos.

Conciliar ya no es un verbo ruso. Es una opción que cada vez más comerciantes conjugan para unir sus vidas profesionales y personales, ambas al mismo nivel de importancia, y con importantes beneficios para los que siempre pierden: sus familiares.

Bien sea padres o madres con hijos o hijas, o con obligaciones de cuidado de personas mayores, o simplemente porque la tarde también la quieren disfrutar con su plan, es cada vez mayor la tendencia de que algunos comercios, con unos condicionantes concretos, bajen la persiana al mediodía para volver a abrirla al día siguiente.

Daniel Rocha y La revolución de los graneles

Daniel Rocha ante su local.

Daniel Rocha ante su local. @northwest_n0mad

Uno de los que han desarrollado esta política es Daniel Rocha, que regenta en el mercado de Elviña el puesto de La revolución de los graneles tras mudarse desde un bajo comercial en la zona de Los Mallos. Relativamente cerca, pero con un contexto muy diferente. "Llevaba cinco años en Los Mallos y el problema no es tanto las horas sino la distribución de las mismas. Abría de 10 a 2 y de 5 a 8, y esas tres horas al mediodía no me valían para nada", explica a Quincemil.

¿Por qué no valían para nada, si al final es tiempo? Por algo tan sencillo como que tras ir a buscar a su hijo (que ahora tiene cinco años) había que andar a prisa, corriendo. Comer, acostarlo, y cuando miras para el reloj, hay que volver a la tienda. "Estoy a tope con la conciliación de horarios, la decisión la tomé poco a poco y gracias también a la clientela del mercado. Cuando vi el local me enamoré y estuve esperando a que saliera a concurso. Al final vienes con mucho miedo, algo que funciona y que por tocar lo estropees".

La clientela "se lo tomó bien, yo si abro una tarde y es para ese público que solo puede de tarde, es los martes. Viene mucha gente y los sábados de mañana también. El resto del día la clientela procede sobre todo del propio mercado", manifestó.

La pregunta es tan directa como contundente en su contestación. ¿Te arrepientes? No. "Mi tienda va bien y si mañana tuviera que cerrar, habría sido la decisión correcta".

El coste de cerrar por las tardes es otra de las dudas que suelen emerger a los empresarios que no han adoptado aún esta decisión. "En mi caso es inapreciable. He perdido gente claro, y he ganado gente, gente del mercado que no subía hasta Mallos".

"Los gastos se reducen sensiblemente, el alquiler es mucho más razonable que a pie de calle y el mercado es lo que podemos usar los pequeños para competir. A pie de calle y donde yo estaba muchas persianas ya no se levantaban, y hasta cerró el súper. El mercado de barrio tiene un problema grande, vinieron supermercados, se cerró mucha tienda pequeña y el súper se acaba yendo a una superficie más grande que te obliga a usar el coche. Al final compites con vivienda en bajos, trasteros, AirBNB, es mucho depredador", razonó.

Toño García y O Canteiro das Ondas

Toño García en O Canteiro das Ondas.

Toño García en O Canteiro das Ondas.

Un restaurante no parece el lugar más sencillo para cerrar por las tardes y conciliar, sobre todo por los horarios españoles tan acostumbrados a alargar las cenas y las sobremesas. Toño García es el responsable de O Canteiro das Ondas, y lo tiene muy claro. "En mi sector es complicado cualquier tipo de conciliación. Tras 20 años, hace dos pasé por una depresión por apenas poder ver a mis hijos, ya que tenía trabajos de 60 horas semanales", dijo.

"Primero busqué un trabajo de producción por las mañanas, pero los salarios de este caso son de convenio y como está la vida de cara últimamente no me llegaba para subsistir. Además, que los meses que estuve trabajando allí, fueron más los días que tuve que hacer jornadas de doce horas, o partida, que las que hacía en el horario habitual de 9 a 17. Entonces fue cuando decidí montar algo por mi cuenta", comentó.

"Aunque abrimos las noches de fin de semana, tener la mayor parte de la semana con los hijos se nota mucho. Poder cenar con ellos, escuchar sus problemas del día a día, poder acostarlos... es un cambio radical, pasas de no estar en sus vidas, durante la mayor parte de la semana, a tener una vida normal", explicó García a Quincemil.

¿Arrepentirse? Lo tiene muy claro: "No. Acabamos de abrir hace unos cuatro meses y aunque vamos muy bien, los comienzos son complicados. Si las cosas no salieran bien, siempre podría volver a lo de antes. Si salen bien, tendré la oportunidad de tener unos horarios bastante decentes hasta que me jubile, con lo que no me arrepiento para nada".

El hecho de que su clientela sea sobre todo de comidas y no de cenas ayuda a mitigar posibles reducciones de facturación. "Estamos en una zona mayoritariamente de comidas. Entre eso y que abrimos con una vocación muy marcada de cocina, nunca hemos sentido que los clientes nos reprocharan nada, sino al revés, las muestras son de comprensión y de entendimiento de nuestra situación", manifestó.

Vanessa y Quique, y Doña Alma

Pastelería Dona Alma.

Pastelería Dona Alma.

Una panadería y repostería también es un claro ejemplo de establecimiento que tiene un proceso complejo de horarios, y no siempre encajables con la conciliación. Vanessa, regenta la panadería y repostería Doña Alma junto a Quique, lo explicó con contundencia. "Tomamos la decisión después de pandemia, detectamos que podíamos conciliar y mantener nuestro trabajo", explicó.

"La causa es que cambió el flujo de gente. Alguna de la clientela se lo tomó mal, pero no nos arrepentimos. El coste de no abrir por las tardes es un 20% aproximadamente", explicó a preguntas de Quincemil.