
Saikat Chakrabarti, presidente de Justice Democrats y asesor principal de Alexandria Ocasio-Cortez hasta 2019. Reuters
De las 25 horas de Booker a la rebelión contra la vieja guardia: los demócratas se reinventan para plantar cara a Trump
El auge de las candidaturas se produce en un clima de tensión en Estados Unidos, donde las políticas del presidente han provocado una respuesta en las calles.
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Tras la reelección de Donald Trump, el Partido Demócrata atraviesa una crisis de identidad. En este contexto, una nueva generación de candidatos ha comenzado a alzar la voz frente a lo que consideran una estructura de poder envejecida y desconectada de la realidad del electorado. Jóvenes figuras del progresismo estadounidense intentan romper con décadas de liderazgo veterano y proponen un rumbo más combativo, fresco y vinculado a las preocupaciones cotidianas, como informa The Washington Post.
Uno de ellos es Saikat Chakrabarti, ingeniero de software reconvertido en estratega político, que en 2018 organizó la campaña que llevó al Congreso a Alexandria Ocasio-Cortez. Ahora, con 39 años, se presenta como rival de Nancy Pelosi por el escaño en San Francisco. Aunque la expresidenta de la Cámara de Representantes dejó el liderazgo del partido en 2022, Chakrabarti considera que sus casi cuatro décadas en el Congreso simbolizan una élite que ya no responde a las urgencias del ciudadano medio.
“La gente quiere luchadores”, sostiene. Y añade que parte de la dirigencia demócrata aún no ha asumido que el Partido Republicano de Trump ha dejado de ser el de antes: “Esperan que el péndulo regrese por sí solo. Pero el mundo ya ha cambiado”.
Su candidatura forma parte de una oleada de aspirantes jóvenes que en 2026 buscan renovar el partido desde dentro. Una iniciativa que obliga a los demócratas a afrontar una conversación incómoda: el impacto del relevo generacional en sus derrotas recientes.
En California, Jake Rakov, de 37 años, ha anunciado su candidatura frente al veterano Brad Sherman, de 70, con quien trabajó en el pasado. En su vídeo de campaña declara: “Esto ya no es la América de mamá y papá”, y se presenta como alguien preparado para enfrentarse al “infierno MAGA de Trump”.
En Michigan, la senadora estatal Mallory McMorrow, de 38 años, compite por el escaño que dejará vacante Gary Peters en el Senado. Su discurso apela a una generación que se graduó en plena recesión, con una pesada carga de deuda estudiantil, y que percibe el sueño americano cada vez más lejano: “La gente está harta. Quiere respuestas reales. Quiere líderes que comprendan su enfado”, afirma.
También en Illinois, Kat Abughazaleh, de 26 años, busca reemplazar a la congresista Jan Schakowsky, de 80 años y con 14 mandatos a sus espaldas. Abughazaleh, conocida por sus contenidos críticos con medios conservadores en redes sociales, reclama autenticidad y una comunicación directa. “El Partido Demócrata tiene que dejar de avergonzarse de sí mismo. Debe ser más audaz y menos condescendiente”, sostiene.
El auge de estas candidaturas se produce en un clima de tensión creciente en Estados Unidos, donde las políticas del nuevo mandato de Trump han provocado una respuesta en las calles. Miles de personas participaron este sábado en protestas convocadas en un millar de ciudades y municipios, como Washington y Nueva York, en contra de la guerra económica declarada al mundo y los recortes masivos de la agencia creada a medida del magnate Elon Musk, entre otras cosas.
La manifestación, bautizada como “¡¡¡Quita tus manos!!!”, fue organizada por unos 150 grupos progresistas, incluidos sindicatos, organizaciones de derechos humanos, colectivos feministas y de la comunidad LGTBI en los 50 estados del país. Los participantes denunciaron el despido de miles de empleados públicos, los recortes en programas de salud y las deportaciones de migrantes. “El país está en crisis”, afirmaron los convocantes. “No consentimos la destrucción de nuestro gobierno y nuestra economía en beneficio de Trump y sus aliados multimillonarios. Junto a los estadounidenses de todo el país, protestamos para exigir el fin del caos y construir un movimiento de oposición contra el saqueo de nuestro país”.
Mientras tanto, dentro del Partido Demócrata, la decisión de Joe Biden de buscar la reelección, pese a haber prometido un mandato de transición, obligó a muchos líderes a justificar la continuidad de dirigentes septuagenarios y octogenarios.
La tensión interna se hizo evidente cuando figuras como Ocasio-Cortez intentaron, sin éxito, liderar comisiones clave frente a colegas de mayor edad. El debate cobró mayor relevancia tras la muerte de dos congresistas demócratas septuagenarios. Además, el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, de 74 años, se alineó con los republicanos para aprobar un controvertido paquete presupuestario.
En el campo republicano, el debate generacional tampoco es ajeno. La exgobernadora Nikki Haley propuso en 2024 la realización de pruebas de capacidad cognitiva para cargos mayores de 75 años. Una encuesta del Pew Research Center señala que el 79 % de los estadounidenses está a favor de fijar un límite de edad para los cargos federales.
Pero entre los demócratas, la presión parece mayor. Según una encuesta de NBC News, solo el 27% de los votantes registrados tiene una opinión favorable del partido tras su derrota electoral.
Amanda Litman, directora de la organización Run for Something, afirma que desde noviembre han recibido un notable aumento de consultas de personas interesadas en postularse: “La ciudadanía quiere que su malestar se vea reflejado en quienes los representan”, apunta. En su opinión, el respaldo de Schumer y otros ocho senadores al paquete republicano fue “la gota que colmó el vaso”.
Rakov asegura que empezó a considerar su candidatura tras observar cómo la senadora Dianne Feinstein se mantuvo en el cargo a pesar de su deterioro cognitivo. “Cuando escuché a Sherman repetir los mismos discursos de 2016, lo tuve claro: no hemos aprendido nada. Si seguimos enviando a los mismos demócratas a Washington, nada va a cambiar”, afirma.
Chakrabarti, por su parte, propone una agenda que incluye sanidad universal, incremento del salario mínimo y políticas industriales para fomentar el empleo. Acusa al partido de resignarse a gestionar el declive del país en lugar de ofrecer propuestas audaces: “La derecha, al menos, reconoce que la lucha es real, aunque culpe a los inmigrantes. Nosotros no presentamos una narrativa alternativa”.
La senadora McMorrow también cuestiona el liderazgo actual. Cita una metáfora compartida por un votante: “Los republicanos han incendiado la casa y los demócratas siguen jugando al ajedrez como si nada”. En su opinión, los discursos en defensa de la democracia deben ir acompañados de acciones concretas, no solo de solicitudes de donaciones.
Abughazaleh lanza una crítica similar. Rechaza las protestas simbólicas, como vestir de rosa o levantar pancartas durante los discursos de Trump: “Eso no frena al autoritarismo”, afirma. Y añade: “Necesitamos líderes que estén dispuestos a actuar, a ocupar espacios y a incomodar”. Esta generación emergente plantea una alternativa política más directa, combativa y conectada con las demandas actuales. La incógnita es si el Partido Demócrata está dispuesto a escucharles o si, una vez más, optará por mirar hacia otro lado.
This is not a left or right moment…this is a right or wrong moment.
— Cory Booker (@CoryBooker) April 6, 2025
Even if our voices shake, or our legs get weary, we must stand together…and bend the arc of the moral universe that is America…more toward justice. pic.twitter.com/rVveNAw3V0
La hazaña de Booker
Todo esto se produce con el registro presente del récord del senador Cory Booker. La semana pasada dio un maratónico discurso en el Senado cargado de críticas contra el expresidente Donald Trump y su actual alianza con el senador J.D. Vance. Booker, exalcalde de Newark (Nueva Jersey) y aspirante a la nominación presidencial demócrata en 2020, expresó su frustración con una Administración que, según sus palabras, “sigue sumiendo al país en el caos”.
Durante más de 24 horas, el legislador mantuvo la palabra, interrumpido únicamente por preguntas de sus compañeros de bancada que le permitían conservar el control del turno. A medida que avanzaba el tiempo, su tono enérgico dio paso al cansancio: en un momento, dejó caer un papel y tardó varios segundos en intentar recogerlo, hasta que fue auxiliado por el senador Michael Bennet, de Colorado.
Uno de los ejes de su intervención fue la crítica a los esfuerzos de Elon Musk por reducir drásticamente el tamaño y el alcance del Estado federal. Booker advirtió de las consecuencias de una “guerra comercial con nuestros aliados”, que, en su opinión, “solo aumentará los costes y la incertidumbre para las familias estadounidenses”.
A medida que se acercaba el final de su intervención, la mayoría de los senadores demócratas se unieron en el hemiciclo, mientras que los escaños republicanos permanecían prácticamente vacíos. Booker aprovechó ese momento para apelar al Congreso como contrapeso al poder presidencial, citando la Constitución como guía y recordando la importancia de escuchar “las voces de nuestros representados”.
Desde la Casa Blanca, las críticas del senador fueron desestimadas. “Cory Booker busca otro momento 'Soy Espartaco', pero eso no funcionó ni en su fallida campaña presidencial ni para impedir la confirmación de Brett Kavanaugh”, ironizó el portavoz adjunto Harrison Fields. Al borde de las lágrimas, Booker concluyó: “Este es un momento moral. No se trata de izquierda o derecha. Se trata de lo correcto frente a lo incorrecto”. Después, cedió su turno.