¿Cuentan las viviendas con certificado energético D? ¿Utilizamos IA e IoT para gestionar la calefacción en nuestras casas? ¿Contamos con placas solares o un sistema de almacenamiento energético?
Estas preguntas, que hasta hace poco parecían reservadas para expertos, están cada vez más presentes en nuestras conversaciones cotidianas. Y no es para menos: la eficiencia energética se ha convertido en un tema urgente en la agenda global.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), los edificios residenciales representan aproximadamente el 40% del consumo energético total en Europa. Además, se estima que alrededor del 75% de los edificios existentes en la Unión Europea son energéticamente ineficientes.
Esto no solo implica un derroche de recursos, sino también un aumento de las emisiones contaminantes. En este contexto, la Comisión Europea ha tomado medidas contundentes para abordar este desafío.
Hacia el 2030 y más allá
En 2023, la Unión Europea aprobó una nueva modificación de la Directiva Europea de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD). Según esta normativa, a partir de enero de 2030, todas las viviendas deberán contar con un certificado energético de al menos la clase E. Para 2033, la calificación mínima será la D, y para 2040, se exigirá que las viviendas alcancen la clase A o B.
En España, más del 80% de los edificios y viviendas tienen más de cinco décadas y cuentan con una calificación energética E, F o G. Esto significa que, en los próximos años, millones de hogares deberán someterse a rehabilitaciones energéticas. Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el Internet de las Cosas (IoT)? La respuesta es simple: el IoT es una de las herramientas más útiles para lograr estos objetivos.
No hay futuro sin IoT
Imaginemos un sistema de calefacción que se ajusta automáticamente en función de la ocupación de las habitaciones o la temperatura exterior. O sensores que detectan fugas en tuberías antes de que se conviertan en un problema mayor. Estas soluciones no solo optimizan el consumo energético, sino que también mejoran el confort y la calidad de vida de las personas.
En proyectos recientes, como el llevado a cabo en Pamplona en colaboración con Beroa, la implementación de sensores IoT en sistemas de calefacción centralizada ha permitido reducir el consumo energético hasta en un 30%. Además, la IA está ayudando a predecir patrones de uso y a automatizar procesos, lo que se traduce en un ahorro significativo tanto para hogares como para comunidades de vecinos.
Rehabilitación energética
Mejorar la eficiencia energética en las viviendas no solo reduce el impacto ambiental, sino que también baja costes, mejora el bienestar y revaloriza los inmuebles. Desde paneles solares hasta aislamiento térmico o digitalización, cada mejora suma.
Con el respaldo de la UE y el objetivo en España de multiplicar por diez las rehabilitaciones hasta 2030, esta transformación no solo recorta emisiones, también impulsa el empleo y revoluciona el sector de la construcción y sus derivados.
La nueva normativa europea marca el rumbo hacia viviendas sin emisiones, pero el verdadero cambio requiere innovación y compromiso colectivo. Administraciones, empresas y ciudadanos deben unir fuerzas, integrando el IoT y la IA no como accesorios, sino como aliados clave en la eficiencia energética.
Cada gesto cuenta: un sensor inteligente, un mejor aislamiento o un sistema automatizado pueden transformar no solo nuestros hogares, sino también el planeta. La sostenibilidad no es un destino lejano, sino una oportunidad presente para vivir mejor, gastar menos y construir un futuro más verde, inteligente y conectado.
*** Manuel Álvarez es Managing Director Unabiz en España.