Hablar de sostenibilidad empresarial cuando aún nos encontramos bajos efectos del juramento del cargo de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos es, como mínimo, arriesgado.

Pero más allá de lo aparatoso que puedan parecer las declaraciones (y algunas medidas ejecutivas) del presidente norteamericano, no parece que vayamos a asistir a una involución en ese sentido.

Si acaso, sí a una matización con la entrada de algunos elementos a los que no se había prestado tanta atención en etapas anteriores. Analicemos cuáles son esas claves y cómo pueden determinar el comportamiento de las compañías.

Ambiental

Naturalmente, las empresas sostenibles están comprometidas con el medio ambiente y realizan esfuerzos para reducir sus emisiones, gestionar sus residuos y contribuir a la protección de los ecosistemas.

Y lo hacen no solo por una cuestión de amor al planeta, sino también por razones de cumplimiento normativo y, cada vez más, por rentabilidad económica. Y es que no olvidemos que las posibilidades de negocio asociadas al desarrollo de las energías renovables, la movilidad sostenible, la eficiencia energética o la economía circular son enormes.

Economía

Precisamente, dentro de ese prisma multifacético que es la sostenibilidad empresarial, la economía es con seguridad al que menos atención se ha prestado en los últimos años. Como si fuera un aspecto secundario o incluso incompatible con otras dimensiones sostenibles como la ambiental.

Pero la economía es fundamental en cualquier planteamiento con aspiraciones sostenibles, hasta el punto de que si esta falla no hay proyecto, sostenible o no, que pueda salir adelante. Porque una empresa económicamente sostenible es aquella que es capaz de generar los recursos necesarios para garantizar su presente y su futuro.

Ética

Las empresas son entes económicos y, como tales, uno de sus fines (aunque no el único) es la obtención de beneficios. Un objetivo legítimo y lógico, ya que sin esos resultados financieros le resultará imposible provocar esas otras derivadas de su actividad: generar empleo, riqueza para su zona de influencia e impacto positivo en su entorno.

Pero ese beneficio debe lograrse desde planteamientos que se ajusten a la normativa vigente y a la ética. Por esta razón, tanto el cumplimiento normativo como el buen gobierno también formar una parte fundamental del mix sostenible.

Social

Las cuestiones sociales son otra de las patas de la sostenibilidad empresarial. Al fin y al cabo, las compañías no son entes aislados, sino que se integran en un barrio, una comarca, una provincia, un país.

Y, gracias a la globalización, cada una de esas acciones en esos ámbitos tienen repercusiones planetarias. Una empresa no podrá ser exitosa si no se integra plenamente en su entorno e interacciona con él para generar un impacto positivo y contribuir al bien común.

Laboral

En el plano laboral, la sostenibilidad se manifiesta en forma de políticas empresariales que favorezcan la equidad, inclusión y diversidad, y que combatan problemas como el edadismo, la discriminación de género o las brechas salariales.

Pero más allá de programas concretos, la sostenibilidad empresarial en el trabajo también se pone de manifiesto a través de la generación de espacios de trabajo respetuosos, en los que reine el buen ambiente y los empleados se sienten seguros, cuidados y con posibilidades de desarrollarse. Entornos fun y en los que prime el bienestar de las personas que también contribuyen a la sostenibilidad de un proyecto.

Preferencias de los consumidores

Clientes y consumidores están cada vez más convencidos de ayudar al planeta y ayudarse a sí mismos. Por esa razón premian con su fidelidad a aquellas compañías que además de ofrecerles productos de calidad y a precios competitivos, demuestran estar alineados con esos mismos planteamientos.

¿El reto empresarial en ese sentido? Lograr que ese compromiso sostenible en sus procesos de producción sea compatible con su competitividad empresarial.

***Fernando Botella es CEO de Think&Action.