
Elefantes cruzando las cosechas en pueblos de África y Asia. Pexels
Cuando elefantes y humanos se enfrentan por el territorio: ¿pueden las abejas desatar la paz en medio del conflicto?
Las rutas de migración clásicas de estos mamíferos son invadidas por cultivos, generando tensiones que solo los himenópteros pueden resolver.
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En el vasto lienzo de la naturaleza, donde todo parece regido por leyes invisibles, emerge una conexión insospechada entre los majestuosos elefantes y las minúsculas abejas. Un vínculo poco común que desafía nuestra percepción del reino animal.
Ya a comienzos del nuevo milenio, Fritz Vollrath, ecologista y presidente de la organización Save the Elephants, junto a Iain Douglas-Hamilton, su fundador, escucharon una antigua leyenda de los pastores kenianos que les hizo plantearse una hipótesis fascinante con respecto a ambos especímenes.
En ella, se relataba cómo ciertos árboles, a pesar de la presencia de estos gigantescos mamíferos de la fauna terrestre, permanecían intactos en la zona gracias a las colmenas que se encontraban en sus ramas. De esta manera, se evidenciaba la sorprendente aversión de los elefantes ante el sonido de estos insectos.
En 2007, ambos directivos se unieron a la investigadora estadounidense Lucy King, del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, en un estudio que buscaba la demostración científica de esta fascinante fobia. Tras cuatro años de pesquisas, dicho dosier reveló que, sorprendentemente, nueve de cada 10 elefantes huían al escuchar el zumbido de estos insectos por temor a las picaduras, especialmente en su trompa, una parte vital de su cuerpo.
Y no solo eso, sino que, además, estos corpulentos animales "emitían sonidos para decirse unos a los otros que se mantengan alejados (de las abejas)", añadía King en su trabajo. Dada la magnitud del descubrimiento, este sumario fue propulsado a nivel internacional y galardonado con numerosos distintivos como el Premio de Tesis del PNUMA/CMS (2011), el Premio Future for Nature (2012) y el Premio St Andrews para el Medio Ambiente (2013).
Entonces, ¿podrían las abejas, esas pequeñas pero enérgicas criaturas, ser la clave para evitar que los elefantes arrasaran los cultivos humanos en distintas partes del globo?

Individuos labrando en el campo. Pexels
Efectivamente. El descubrimiento resultó clave para abordar el interminable conflicto entre los agricultores y los mamíferos, preponderante especialmente en varias regiones de Asia y África, donde la expansión de la labranza invade los corredores migratorios tradicionales de los elefantes. Una situación que pone en riesgo tanto las cosechas como la supervivencia de los propios animales.
Estos paquidermos recorren libremente el país a lo largo del año, y continúan aventurándose por los campos, siguiendo las lluvias y buscando sustentos. Pero, al mismo tiempo, las áreas dedicadas al sembrado aumentan su magnitud como consecuencia del incremento en la densidad poblacional y el desarrollo humano y, poco a poco, invaden los hábitats naturales de los elefantes.
Es en este escenario donde tienen lugar frecuentes y arriesgadas interacciones que desembocan en un conflicto intrínseco y que, además, se erigen como las principales causas de muerte de los gigantes terrestres. Secundando las palabras de la revista Errante, impulsada por el equipo de Elefant Travel, sobre la población de elefantes asiáticos, "esta ha disminuido en un 90% en el último siglo, y se estima que hasta el 95% de su hábitat original ha desaparecido durante este mismo período".
Durante años, torres de vigilancia, cercas eléctricas, ladrillos con chile e incluso reflectores solares, ruidos irritantes o repelentes con olores desapacibles fueron turnándose en una especie de búsqueda frenética y desesperada para tratar de erradicar esta problemática, aunque sin mucho éxito.
Los agricultores optaban entonces por envenenar a los elefantes mediante flechas que clavaban en sus mayestáticos cuerpos, o tal vez, por retenerles hasta que murieran de inanición. La revista Errante añadía además que en 2012, "en Sri Lanka mataron a más de 250 elefantes".
Así, con el fin de poner fin a esto, nació el proyecto Elephants & Bees de la mano de la Dra. King, cuya pretensión era utilizar a las abejas como una solución particularmente eficaz y sostenible, que no solo ofrecía una protección efectiva, sino que también aportaba otros beneficios a los agricultores.

Proyecto Elephants & Bees. Elephants & Bees
Bajo este método, se instalan cercados con colmenas en los terrenos, que actúan como un disuasivo natural; y que, a decir verdad, no suponen grandes costos. Pues, en lugar de usar exclusivamente panales reales, solo alrededor de una décima parte de ellos son auténticos. Los demás son simulaciones —creados a partir de piezas de madera amarilla y chapa— que engañan a los elefantes, haciéndoles creer que hay más abejares de los que realmente existen.
Esta estrategia, que comenzó a implementarse en el Parque Nacional Tsavo East de Kenia, ha alcanzado ya trece países africanos y tres asiáticos. Y cada vez, con mayor ímpetu, se está expandiendo por la totalidad del segmento este del globo, como en Mozambique, Tanzania, Uganda, Sri Lanka, Tailandia e India, entre otros.
Los resultados son magníficos: los paquidermos quedan completamente ahuyentados, las comunidades no ven su principal fuente de ingresos destruida y además, la región obtiene efectos secundarios positivos.

Equipo de Elephants & Bees, enero 2019. Elephants & Bees
Las propias abejas, suscitadas por elementos naturales como el aceite de hierba de limón, juegan un papel crucial en la polinización natural de plantas y flores.
En suma, tanto la miel como la cera que se producen en este procedimiento, se recoge y se comercializa con vecinos y turistas —en campamentos de safari, en tiendas autóctonas, e incluso en iniciativas como la ya mencionada Elephants & Bees—. Esta coyuntura, pese a poder verse amenazada por fenómenos climáticos y tensiones geopolíticas, atrae beneficios económicos y sociales sin igual a la comunidad local.