Hay fontaneros que arreglan tuberías y hay fontaneras que las revuelven. En el PSOE de Pedro Sánchez, últimamente, parece haber aparecido una figura peculiar: una fontanera de verbo fácil, que habla en nombre del partido como si tuviera el grifo del poder en su propia cocina.

Leire Díez no sale en la lista oficial de portavoces, pero ahí está; prometiendo viandas como quien vende lotería amañada, a cambio de unos cuantos kilos de estiércol bien colocados en las cloacas.

Lo preocupante no es solo que estas cloacas existan, sino que sigan en funcionamiento bajo nuevas formas como filtraciones interesadas a medios de comunicación, campañas de descrédito teledirigidas, nombramientos que premian la obediencia antes que el mérito. Y, todo eso, mientras desde la superficie se predica regeneración, feminismo, sostenibilidad y progreso.

La presencia de estos fontaneros es constante en los actos y pasillos, donde no representa, pero sugiere; no ordena, pero insinúa; no firma, pero opera. Y siempre con la misma receta; el éxito llegará, pero primero hay que ensuciarse las manos. Porque en su manual de instrucciones política no hay reformas limpias, solo alcantarillas. Y en ellas se mueven promesas de favores, campañas que huelen a podrido y pactos sellados en la sombra.

Pero lo triste de esta situación es que el PSOE de Pedro Sánchez no da un puñetazo en la mesa y termina con esta situación de una vez por todas. Su manual de resistencia ya no resiste. No es posible aguantar mucho tiempo tapando un escándalo con otro escándalo. El PSOE no es Sánchez. Las cloacas hundieron a Felipe González, Aznar y Rajoy y le hundirán a él.

La cloaca no es una anécdota; es una estructura, y mientras no se rompa con ella, por mucha bandera roja que se agite, seguirá siendo el olor a moho institucional lo que marque el paso y el que enturbiará el trabajo llevado a cabo por otros políticos decentes que son los primeros en criticarlo.

Quizás ha llegado la hora de levantar tapas, sanear tuberías y dejar que entre la luz. Porque un partido que aspira a transformar el país no puede seguir actuando como si las alcantarillas fueran su segundo comité ejecutivo; es una vergüenza para todos y especialmente para los que sí trabajan por la superficie, no bajo tierra.

Estos "fontaneros" no han pasado ni por urnas ni congresos. Han crecido a la sombra de un poderoso sin escrúpulos que les ha dado galones para hacer y deshacer; son especialistas en fugas de poder, en filtraciones interesadas y en embudos morales. Habla de victoria mientras manipula el caudal del juego sucio. Y si alguien les señala, se protege bajo el pretexto de "hacerlo en su faceta de periodista".

Es sencillamente lamentable, execrable y asqueroso que haya personas que quieran enturbiar el trabajo de instituciones y dirigentes por seguir un poco de tiempo más en una poltrona que hace "tic, tac, tic, tac".